martes, 30 de septiembre de 2008

¿Alguien sabe cual ha sido la canción del verano?


Al principio de todos los veranos aparecen tres o cuatro canciones que no te dejan en paz hasta que la noche gana al día y los árboles del parque se quedan pelaos. Están en la tele, en la radio, que si politontos por aquí, que si politontos por allá… Este año no tengo ni idea de cuales son. En realidad no es muy importante saberlo, es simple curiosidad, porque yo tengo mi propia lista de canciones, la lista garrapatera. A veces la canción que entra en la lista coincide con estas tres o cuatro que comentaba antes y otras veces no. Hace tres años una de mis canciones del verano coincidió con una de éstas canciones, fue en las curro-vacaciones con Oscar y los chicos del Picón y la canción era de Coti, la que cantaba con Paulina Rubio y Julieta Venegas, “Nada de esto fue un error, uooh, uooh”, sonaba en la radio del autobús camino de tarragona, en el albergue, en el chiringuito de la playa…el caso es que no se me quitó de la cabeza, ni de la boca en los seis día de playa. Este año no creo que coincida porque entra en la lista garrapatera una gitanada de Canelita , “ayer pasaste por mi calle”. Tampoco ha dejado de sonar estas curro-vacaciones con Raquel y los niños de mejorada, ni en el móvil de corazón de invierno, ni en el del canijo, ni en mi radiocabeza. Si conocéis las canciones os habréis dado cuenta que la calidad de la canción no tiene importancia alguna a la hora de ser elegida para entrar en la lista. Y es que lo esencial para que una canción sea la canción del verano no tiene nada que ver con la calidad de la canción, sino con la calidad del momento en que la escuchas. El manual del duende, que por cierto no tiene soporte científico, viene a decir, así de forma resumida, que son esos momentos de calidad* los que hacen que la canción se grave en nuestro cerebro, a veces en la parte de la alegrías y otras veces en la parte de las penas, de tal forma que poco a poco, sin que apenas nos demos cuenta, se va escribiendo la banda sonora de nuestras vidas. Al revisar la lista he notado que la mayoría de las canciones acompañan alegrías, creo que por eso me gusta escucharlas de vez en cuando. En estos casos, dice el manual que es bueno recordar esos momentos de calidad y revivir esas sensaciones, que a veces parecen tan lejanas. Este ha sido un verano abundante en momentos de calidad. Un verano de pocas preocupaciones, de sonrisas, de aprender, de gente interesante y vidas nuevas, de reencontrarse con los de antes, de jugar al escondite y tontear como los niños, de confesiones a media voz y conversaciones nocturnas… Y es que, a pesar de las canciones del verano y de no tener vacaciones, el verano sigue siendo la mejor época del año.
Por cierto, a ver cuanto nos duran estos veranos. Por lo del cambio climático y eso…

* Momento de calidad: espacio breve de tiempo que se singulariza subjetivamente de forma positiva debido a un conjunto de propiedades que permiten apreciarlo con respecto al tiempo restante, generalmente son momentos compartidos.

Consejo del manual del duende: “todas las vidas deberían tener su banda sonora. Piensa un poquito en la tuya.”

domingo, 28 de septiembre de 2008

Vale la pena...

¿Vale la pena arriesgar
y lanzarse a un
desvarío
sin pensar
que vendrá el frío
a empeñarse
en refrescar?
...
¿Vale la pena dejar
que las lluvias
otoñales
entibien tanta calor
arrastrando
en su torrente
nostalgias de días de sol?
...
¿Vale la pena esperar
que el tiempo
alivie el pesar,
y traiga consuelo
a unos labios
que no se pudieron
besar?
...
¿Vale la pena soñar
con lo que pudo ser
y no ha sido,
por ser tú
fruto prohibido
y por yo
llevar bozal?
...

jueves, 11 de septiembre de 2008

El olvido

El manual del duende dice del olvido que es dejar de recordar o de guardar en la memoria algún tipo de información adquirida con anterioridad. Debemos tener en cuenta que esta información se pierde por lugares desconocidos, no es que desaparezca, porque si lo hiciera por completo no recordaríamos que nos hemos olvidado. Además se trata de una acción involuntaria, porque no olvidamos lo que nos da la gana, por eso se dice que tratar de olvidar a alguien es querer recordarlo para siempre. Así, a veces intentamos olvidar pero no lo conseguimos, se nos olvida olvidar y al final no somos capaces de sacarnos la información de la cabeza y recordamos constantemente. Otras veces simplemente dejamos de recordar y se nos olvida en que lugar de la memoria guardamos la información. Este sería el olvido normal, por llamarlo de alguna manera. Existen otros, como el olvido traumático, o el causado por alteraciones del funcionamiento psíquico normal y alguno más que ahora no vienen al caso. Todo esto viene porque en el trabajo hemos olvidado el cumpleaños de Mouchine que fue la semana pasada. Un fallo garrafal, casi imperdonable, inexcusable, intolerable, inaceptable y bochornoso. Lo paradójico de todo esto es que Mouchine es “Don olvido”. En las vacaciones a los cinco minutos de que nos regañaran por tirarnos de cabeza a la piscina se le olvidó, se tiró de cabeza y nos echaron. También se le olvidó, en menos de tres segundos, que no podía chupar una de las pipas que vendían en un puestecillo y lo hizo, y cuando le he preguntado porqué no nos dijo nada el día de su cumpleaños, me ha vuelto a responder que se le olvidó, Alucinante ¿no? ¿Como puede alguien olvidar el día de su cumpleaños? esta pregunta necesita un análisis profundo que ahora no tengo ganas de hacer, pero cuanto menos es un hecho preocupante. Hay gente que piensa que hay que saber olvidar y practican lo que llaman el arte del olvido considerándolo un placer o un motivo de alegría, pero creo que se confunden. Prefiero pensar que cada persona puede y debe hacerse dueño de sus recuerdos de manera progresiva, esto no quiere decir que seamos esclavos de nuestro pasado, sino que lo usemos para mejorar lo único a lo que estamos encadenados, el futuro. Y es que la memoria a pesar de tener una estructura oculta y no atender a leyes convencionales es una de las facultades mas extraordinarias y maravillosas del ser humano, por eso no hay que infravalorarla ni menospreciarla, y mucho menos olvidarla.